

"Fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso".
Estas palabras pertenecen al Credo, una de las principales oraciones de la Iglesia Católica. Recogen la doctrina de ésta acerca del tiempo en que Jesucristo había muerto en la Cruz y no había aún Resucitado, que es el momento que se conmemora este día. Son los días de la sepultura de Jesús y de su descenso al lugar de los muertos, es decir, de su extremo abajamiento para liberar a los que moraban en el reino de la muerte.Este es el día de espera litúrgica por excelencia, de espera silenciosa junto al sepulcro que se manifiesta no sólo en la ausencia de celebraciones o misas, sino en símbolos visibles en las iglesias: el altar está desnudo, las luces apagadas. Culmina con la Vigilia Pascual, ya anochecido el día.
María, madre mía, ayúdame a confiar aun en los momentos de duda y confusión. Tú que esperaste contra toda esperanza sosténme en mi debilidad, y repíteme una y otra vez tus palabras: “Fiáte de Él, no tengas miedo, la paz de Dios guardará tu corazón, fiáte de Él”.
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